En 1980, en Ginebra, Carlo Crocco fundó la firma cuyo nombre en francés significa “portilla”, y es que la sencilla caja redonda de los relojes de Hublot, con sus diminutos tornillos de titanio en el bisel junto a las indicaciones de los números, recuerda la ventana de un barco. El diseño clásico se combina con una caja protegida de la humedad realizada en un metal precioso y con correa de goma. No se trata de una banda de goma cualquiera: se tardó tres años en desarrollar un material resistente y de tacto agradable con un acabado aterciopelado terminado en unas sujeciones metálicas que la unen al bisel. Estas raras correas se fabrican en Italia y en exclusiva para Hublot, y son la única parte del reloj que no se hace en Suiza. Las últimas creaciones de la compañía tienen esferas de colores suaves, en cuyo fondo se descubre un acabado en forma de panal. Sus mecanismos son de cuarzo y el cristal de zafiro, y son resistentes hasta 50 metros de profundidad |
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